Fantasy
35 years old and up
2000 to 5000 words
Spanish
Story Content
Anya, una guerrera legendaria de cabellos plateados y ojos de obsidiana, caminaba por el Bosque Susurrante. Sus espadas, Gemelas Lunares, colgaban de su espalda, listas para cualquier amenaza.
Habían pasado siglos desde la Gran Guerra contra los Devoradores de Almas, pero la oscuridad aún se cernía sobre el reino de Eldoria. Una profecía hablaba de un portal entre mundos que se abriría durante la próxima Luna de Sangre, liberando a un antiguo mal.
Siguiendo los rastros de una criatura sombría, Anya llegó a un claro bañado por la luz plateada de la luna. En el centro, un antiguo árbol, el Árbol Lunar, irradiaba una energía palpitante.
De repente, la tierra tembló. Del suelo emergió una figura retorcida, un ser de sombra y humo con ojos ardientes. Era Malkor, un sirviente de los Devoradores de Almas, encargado de abrir el portal.
Anya desenvainó sus Gemelas Lunares. El acero brillaba con una luz intensa, repeliendo la oscuridad que emanaba de Malkor. La batalla fue feroz. La guerrera esquivaba los ataques sombríos, buscando una apertura.
Malkor, con una risa gutural, invocó una magia oscura. Un agujero negro se abrió a los pies de Anya, amenazando con engullirla.
En un acto de desesperación, Anya saltó, usando su velocidad y agilidad para evitar el vacío. Aterrizó cerca del Árbol Lunar, sintiendo su poder recorrerla.
Malkor, furioso, lanzó un ataque final. Una ráfaga de energía oscura golpeó a Anya, dejándola gravemente herida. La guerrera cayó al suelo, sintiendo que su vida se desvanecía.
Mientras la oscuridad la envolvía, Anya sintió una fuerza extraña que la arrastraba hacia el interior del Árbol Lunar. No entendía qué estaba sucediendo, pero se aferró a la esperanza.
Anya se encontró en un espacio oscuro, cálido y húmedo. Una sensación extraña la invadía, como si estuviera siendo consumida. No era dolor, sino una transformación.
El cuerpo de Anya se encogió, su forma se alteró. Sintió sus huesos remodelarse, su piel cambiar de textura. Era un proceso doloroso y aterrador, pero a la vez fascinante.
La guerrera recordaba vagamente su pasado, las batallas, las victorias, los amigos perdidos. Pero esos recuerdos parecían lejanos, pertenecientes a otra vida.
Comenzó a comprender. Malkor, en su desesperación, la había enviado a una forma de unbirthing al intentar matarla con el poder del Árbol Lunar.
El Árbol Lunar era mucho más que un simple árbol; era una matriz de vida, un lugar de renacimiento y transformación. Malkor, en su ignorancia, la había enviado a la vagina de la Madre Luna.
Anya sentía como si se estuviera convirtiendo en líquido, disolviéndose. Empezó a comprender mejor este unbirthing. Era, literalmente, una disolución.
Después sintió una opresión, un túnel. Reconoció el camino: era la vagina misma. La apertura de la vida.
En ese momento sintió que se presionaba, que se abría, que renacía.
Este extraño suceso la transformaría; pensó en lo dichosa que había sido de encontrar un camino alterno en tan difícil trance.
Anya, en el fondo, sabía que algo mejor vendría, aunque eso significara el tener que dejar atrás una parte importante de sí.
Una profunda tranquilidad y felicidad la invadió.
La conciencia de Anya se desvaneció, sumergiéndose en un sueño profundo.
Cuando Anya despertó, estaba rodeada de una luz brillante. Se sentía renovada, diferente. Abrió los ojos y se vio a sí misma en un estanque de agua cristalina.
Pero ya no era la guerrera de cabellos plateados y ojos de obsidiana. Su piel era ahora de un tono azul iridiscente, y sus cabellos, como cascadas de luz lunar.
Un par de alas translúcidas brotaron de su espalda. Anya se había transformado en un ser de luz, una criatura de la luna, una hija del Árbol Lunar.
Ahora comprendía su destino. No era destruir el portal, sino sellarlo desde adentro, desde el plano astral que conectaba ambos mundos.
Anya, en su nueva forma, era capaz de manipular la energía lunar, tejer la luz y la sombra, viajar entre los mundos con la velocidad del pensamiento.
Dejando atrás el Árbol Lunar, Anya voló hacia el lugar donde Malkor intentaba abrir el portal. Lo encontró debilitado, consumido por la energía oscura que intentaba controlar.
La nueva Anya enfrentó a Malkor con una serenidad imperturbable. No había ira en su corazón, solo la determinación de proteger Eldoria.
Con un movimiento de sus manos, Anya canalizó la energía lunar, creando un escudo de luz alrededor del portal. La energía oscura de Malkor chocó contra el escudo, debilitándose.
Anya continuó tejiendo la luz, creando sellos rúnicos que bloquearían el acceso desde el otro lado. La batalla fue una danza de energías, una lucha entre la luz y la oscuridad.
Finalmente, con un último esfuerzo, Anya cerró el portal. La energía oscura se disipó, y Malkor se desvaneció en la nada, regresando al vacío de donde había venido.
Con el portal sellado, la paz regresó a Eldoria. Anya, la hija de la luna, se convirtió en la protectora del reino, velando por su seguridad desde el plano astral.
Aunque ya no era la guerrera de antes, Anya había encontrado un nuevo propósito, una nueva identidad. El renacimiento dentro del Árbol Lunar la había transformado, no solo físicamente, sino también espiritualmente.
Ahora Anya comprende los secretos del ciclo de vida, del poder de la Madre Tierra, del ciclo constante del universo.
Anya contempla, desde lejos, el destino que le tiene preparado el universo.